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En el día que conocemos que la inflación en el mes de junio ha bajado al 1,9% ( el nivel más bajo desde abril de 2021), esto se traslada a que el 54% de los españoles cree que puede mantener su nivel de consumo, aunque continúan las reticencias a gastos que impliquen endeudamiento.
La confianza de los consumidores parece que gana enteros a pesar de las circunstancias económicas que vivimos. Según los datos del segundo trimestre de 2023 del Informe Perspectivas del Consumidor de Kantar Insights, este segundo trimestre de 2023 viene empujada por la mejora de la opinión sobre la economía del país, asentada en los seis últimos meses.
Como indicador, la confianza del consumidor tradicionalmente se mantenía el peor valorado y que en este periodo ha dado un empujón en positivo y se ha igualado a la valoración del momento para realizar grandes compras. La mezcla de opiniones que se está produciendo tiene sus peculiaridades.
Se mantiene muy sólida la valoración de la situación económica de los hogares así como sus previsiones, que mejoran. Pero, a la vez, sigue muy baja la idea de que sea un buen momento para realizar grandes compras. Es evidente que la inflación se deja sentir. Los consumidores han aprendido a manejar situaciones económicas complejas y a jugar con opciones que pueden parecer contradictorias en lo que se refiere a su consumo. Ahora toca afrontar una ola de inflación y se ajustan los comportamientos, pero sobre un fondo despejado de incertidumbres.
La sensación de seguridad que desprenden los indicadores anteriores se traduce en que el 54% crea que se puede mantener los niveles de consumo actuales. Es una proporción sensiblemente inferior a la que se registraba desde 2016 (momento más alto de este indicador) y se aprecia claramente cómo el impacto del brote inflacionista ha sido considerable. Sin embargo, cabe decir que los consumidores han aprendido a navegar por las virulentas aguas de la economía actual, lo que palía el golpe. Aun así, los tipos de interés congelan decisiones que implican créditos y elevados gastos, trasladando el desembolso hacia el ocio y el turismo.
Podríamos decir que la inflación desatada se ha contemplado hasta ahora como un episodio que podía ser coyuntural o pasajero y se han ajustado los comportamientos a esta realidad, supuestamente transitoria. Parece que los consumidores operasen con esa hipótesis, algo como un nuevo sobresalto a superar, como otros ocurridos en los últimos quince años.
De igual forma, el descenso de las tasas de inflación en los últimos meses ha sido percibido por los consumidores y continúan ajustando sus percepciones. No obstante, los bienes cuyos precios dependen de los tipos de interés sufren una congelación de sus intenciones de compra. Es llamativo (y positivo, si pensamos en el verano) el relajamiento del control del gasto en lo que se refiere al ocio.
La forma de adaptación a la inflación es controlar los gastos y en ese sentido recurrir a marcas de la distribución parece la mejor opción a día de hoy. Para gran parte de los consumidores (47%) estas marcas se han normalizado y aparecen como un recurso habitual o una forma de reducir costes en coyunturas complicadas. Esto no quiere decir que las marcas conocidas hayan desaparecido, siguen siendo la opción para más de un cuarto de los consumidores, sobre todo gracias a la confianza que inspiran.
Además, en este segundo trimestre de 2023 se observa un incremento del número de consumidores dispuestos a probar entre varias marcas, una oportunidad de demostrar al consumidor que nuestra opción es la más adecuada a su situación y presupuesto.
La consecuencia de la percepción de seguridad en el empleo es, obviamente, la de seguridad en los ingresos. El 60% de los entrevistados piensa que sus ingresos se mantendrán. Han descendido a un 4% quienes creen que sus ingresos pueden decrecer. Se mantiene la incertidumbre de lo imprevisible entre la cuarta parte de los entrevistados.
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