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¿Qué es ser una empresa sostenible? Retail Actual conversa con Jaime Pfretzschner, CEO de Phonehouse y profesor del MBA Retail Executive de EAE Business School Madrid.
Ser sostenible cuesta los suyo, en inversión y esfuerzos. Esto es algo cierto que afecta tanto a las personas en su vida particular como a las empresas, retailers en este caso. Pocas empresas trabajan en la sostenibilidad de manera filantrópica, más bien la mayoría se ven afectadas por las regulaciones de gobiernos e instituciones, y sobre todo por el impacto que pueden provocar en sus clientes, esperando que así les valoren más a la hora de elegirlos.
Es en este punto donde me gustaría hacer hincapié. De manera general he pensado que las nuevas generaciones son “más sostenibles” y preocupadas por el futuro que nosotros o nuestros padres, pero cuando me pongo a pensar en detalle me hago dudar a mí mismo.
Si bien es cierto que promulgan en voz alta la importancia de cuidar el medio ambiente y la sostenibilidad, a la vez compran varios pares de zapatos por internet para luego devolver el 90%, y además en varios envíos inmediatos, como si no pudiéramos esperar para tenerlo todo en casa, y esto sin preocuparse del impacto en co2 que suponen esos envíos o el desperdicio de embalajes.
De la misma forma compran en empresas ultra low cost que no tienen ningún cuidado con el medioambiente y la sostenibilidad y van a las manifestaciones a favor de la sostenibilidad vestidos de marcas que promulgan el fast fashion. Volvemos entonces al punto de partida, ser sostenible parece que es caro.
No solo es un problema de las marcas low cost, los grandes referentes del lujo se deshacen de millones de toneladas de mercancía todos los años, prefiriendo destruirlas antes que “devaluar” su mercancía (porque eso, a la larga les sale caro), y en el medio están el resto de las fabricantes de ropa cuyos excedentes acaban amontonados en países pobres donde no hay ningún control sobre lo que se hace con ellos, de nuevo una cuestión pecuniaria.
Recuerdo como mi padre iba a la ferretería a comprar los tornillos por unidades y los traía a casa envueltos en un papel, mientras que ahora vamos a una gran superficie y compramos un paquete de 50 tornillos en una caja de plástico, usamos 3 y almacenamos el resto. Producimos más de lo necesario y acumulamos sin sentido. De la misma forma, mis padres reutilizaban muchas de las cosas y daban segunda vida a gran parte de los elementos que habíamos usado, y ahora parece un gran avance el tema de la “economía circular”. Probablemente ellos lo hacían, 40 años atrás, por una cuestión económica más que por foco sostenible (en aquellos años no estaba tan en boga este término), pero la realidad es que lo hacían.
Comercio electrónico y sus embalajes, inmediatez insensata, obsolescencia programada, modas que duran cada vez menos tiempo y el transporte que esto necesita es algo que no parece que podamos mantener en el futuro.
Salga caro o no, lo valoren de verdad los clientes o sea una pose, está claro que debemos avanzar a un modelo mas responsable, y ahí, todos, consumidores, retailers y gobernantes tenemos mucho que decidir para fomentarlo.
