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El Comercio Justo es un sistema de compra y venta ético que persigue que las personas más desfavorecidas que producen bienes para el consumo puedan acceder al mercado en unas condiciones justas que permita su desarrollo. Oikocredit, la mayor cooperativa de inversión de impacto enfocada en los Países del Sur Global –África, Asia y Latinoamérica-, se une a la celebración de este día promoviendo el Comercio Justo como un modelo alternativo de comercialización, orientado hacia una economía justa y sostenible.
El Día Mundial del Comercio Justo se celebra cada segundo sábado del mes de mayo para concienciar a la opinión pública sobre las desigualdades económicas impuestas por el sistema económico y comercial a los pequeños productores y comerciantes, especialmente en países en vías de desarrollo y subdesarrollados. ¿Realmente sabemos qué es el Comercio Justo? ¿Es cierto todo lo que se dice sobre él? Oikocredit, la mayor cooperativa de inversión de impacto enfocada en los Países del Sur Global –África, Asia y Latinoamérica-, quiere conmemorar esta fecha y explicar qué hay detrás de este modelo alternativo y sotenible..
Las finanzas éticas y el Comercio Justo son dos áreas condenadas a entenderse: las primeras tienen necesidad de encontrar proyectos transformadores de la realidad de las comunidades del Sur, mientras que el Comercio Justo tiene el problema de encontrar financiación en zonas rurales, donde el acceso al crédito no está garantizado. Por ello, Oikocredit lleva apoyando el comercio justo desde 1978 y ha financiado y apoyado los procesos de desarrollo de cientos de cooperativas en Lationamérica, Asia y África mediante inversión en capital social de comercializadoras, proyectos de generación de capacidades y financiación tradicional.
Oikocredit nos ayuda a desmitificar las “leyendas urbanas” en torno este sistema.
1. Los productos de comercio justo no son necesariamente más caros
Los productos de comercio justo son de alta calidad debido a las características propias de producción: técnicas tradicionales utilizadas, prevalencia de pequeños grupos productores sobre grandes monopolios, la apuesta por la agricultura ecológica y unas retribuciones justas.
El falso concepto del precio se produce cuando comparamos el valor de un producto de comercio justo con otro que no lo es, ya que normalmente no se hace correctamente porque siempre se olvidan las peculiaridades de estos productos. No se puede comparar un alimento de comercio justo con otro de gama baja comercializado en cualquier gran superficie, y que no están en la misma categoría. Comparándolos correctamente con los de categorías superiores descubriremos que el precio es similar o ¡incluso más económico!
2. Comercio Justo: productos tanto al consumo cotidiano como a las grandes ocasiones
Relacionado con el aspecto anterior, generalmente se piensa que este tipo de productos, al ser de gran calidad, son “exclusivos” y solo accesibles a gente con elevado poder adquisitivo o para permitirse un capricho solo en “ocasiones especiales”.
La realidad es que, si bien los productos son de elevada calidad, su precio no es restrictivo y se pueden consumir en nuestro día a día.
3. Hay más productos de los que pensamos que cumplen con los estándares
Cuando pensamos en Comercio Justo enseguida nos viene a la cabeza el café, el chocolate, la artesanía o los magníficos pañuelos y fulares de vistosos colores. Pero lo que sorprende saber es que hay una gran variedad de productos de uso diario que se comercializan bajo estos estándares: teléfonos móviles, cremas solares, bebidas e incluso preservativos.
4. Los productos de comercio justo son accesibles y no solo se venden en tiendas especializadas
Hasta hace unos pocos años, cuando el comercio justo era una forma de consumo de ámbito reducido que solamente unos pocos practicaban, adquirir este tipo de productos requería esfuerzo por parte del consumidor que tenía que buscar e ir específicamente a un establecimiento concreto donde adquirir este tipo de bienes.
Afortunadamente, en la actualidad la realidad ha cambiado y en los últimos años los supermercados han comenzado a vender este tipo de productos. También se ha incrementado el número de tiendas especializadas, herbolarios y cooperativas de consumo donde se pueden adquirir, además de en cafeterías, catering o máquinas de vending. Tanto la Coordinadora de Comercio Justo como el sello FairTrade cuentan con un listado de establecimientos, puntos de venta y webs.
5. Es fácil identificar un producto de Comercio Justo
El concepto Comercio Justo se utiliza para muchas situaciones y el humano, desconfiado por naturaleza, se hace la pregunta lógica de si lo que está comprando es realmente comercio justo o le están dando “gato por liebre”.
Según la Organización Mundial del Comercio Justo, su entidad más representativa a nivel internacional, se puede asegurar que un producto es de Comercio Justo cuando: ha sido elaborada por alguna organización miembro, las cuales deben pasar un sistema de acreditación en la que se evalúa el cumplimiento de los 10 principios internacionales que regulan este sistema; y/o cuando el producto cuenta con una de las diferentes acreditaciones (como Fairtrade) que otorgan la garantía de que el producto es de Comercio Justo.
6. La mayoría de los productos son además ecológicos
Responde a uno de los principios más importantes del Comercio Justo, el cuidado del medio ambiente, por lo que la mayoría de los productos que se ajustan a esta práctica han sido cultivados y producidos bajos los principios de la agricultura ecológica. Por ello, muy frecuentemente cuentan con la doble certificación Bio y Justo.
7. Etiquetado transparente
Los diferentes sellos de Comercio Justo someten a controles de verificación periódicas a productos y productos, lo que garantizan al consumidor que se cumplen todos los estándares en la producción y distribución de los productos.
8. Sus productos no están pasados de moda ni son necesariamente tradicionales y étnicos
Tradicionalmente, la actividad del Comercio Justo se ha centrado fundamentalmente en la comercialización de productos alimentarios, artesanía y objetos de regalo. De ahí la creencia de que se trata de productos pasados de moda o demasiado tradicionales y étnicos.
Atendiendo a los nuevos gustos de la sociedad, la diversidad de artículos es cada vez mayor y actualmente son muchos los productos que los consumidores pueden encontrar en las tiendas de Comercio Justo: desde cosmética natural, hasta ropa de algodón ecológico, pasando por instrumentos musicales, bisutería y joyería artesanal hasta productos ecológicos para limpieza del hogar.
Café en cápsulas biodegradables, champú sólido, pasta de dientes ecológica o cerveza ecológica son algunos de los productos que nunca imaginaríamos encontrar en este tipo de tiendas.
La WFTO (Organización Mundial del Comercio Justo) define el comercio justo como “una relación comercial, basada en el diálogo, la transparencia y el respeto, que busca una mayor equidad en el comercio internacional. Contribuye al desarrollo sostenible ofreciendo mejores condiciones comerciales y asegurando los derechos de los productores y trabajadores marginados, especialmente en el Sur”. El comercio justo es, por tanto, un sistema de compra y venta ético que tiene como objetivo hacer que las personas más desfavorecidas que producen bienes para el consumo puedan acceder al mercado en condiciones justas que permita su desarrollo.
El comercio justo impacta no solo en las personas que lo producen o consumen, sino también en las comunidades donde se asientan, ya que las cooperativas desarrollan, a través de su función social, equipamientos médicos y sanitarios que sirven a toda la comunidad. Las mujeres es uno de los principales colectivos favorecidos ya que la gran mayoría de cooperativas no solo tienen programas de género, sino que también poseen comisiones específicas que abordan la participación de la mujer en la toma de decisiones de la propia cooperativa.