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La revista científica Nature acaba de publicar los resultados del estudio desarrollado por el centro tecnológico Azti y Ku Leuven para validar el sistema de etiquetado ambiental EnviroScore®.
El estudio liderado por personal experto del centro tecnológico Azti y Ku Leuven para validar el sistema de etiquetado ambiental EnviroScore®. Una publicación que avala el novedoso algoritmo creado para medir el impacto ambiental relativo de los alimentos y las bebidas en el punto de venta.
¿Qué hace especial a esta solución con respecto a otros modelos de evaluación? En primer lugar, da respuesta al vacío existente en cuanto a métodos de comunicación de la sostenibilidad al consumidor final científicamente efectivos y viables.
EnviroScore tiene en cuenta hasta 16 categorías diferentes para medir el impacto ambiental y dar lugar a una puntuación basada en los indicadores más recientes y adecuados según la CE y dividida en 5 escalas diferentes (A, B, C, D y E).
“Los métodos convencionales solo comunican una de las categorías de impacto ambiental, siendo el cambio climático el más habitual, mientras que nuestra solución engloba 16 categorías diferentes como el cambio climático, la acidificación, el uso del suelo, el uso del agua y otros recursos en una única puntuación”, explica Maite Cidad, investigadora de Azti.
Para validar este sistema, las investigadoras de Azti evaluaron la eficacia de este índice agrupado en una gran variedad de alimentos y establecieron los umbrales para traducir los resultados en las 5 escalas de EnviroScore.
Los resultados indicaron por ejemplo que en el umbral de cadenas de valor más sostenibles (A) se encuentran productos como la naranja, la harina de centeno o la bebida de soja, mientras que entre los productos menos sostenibles (E) están la carne de vacuno o el atún enlatado.
“Se evidencia en general que de media los productos cárnicos tienen mayor impacto o que el transporte en avión también tiene un efecto negativo en el Enb. Y también permite visualizar mejoras en cada tipo de producto. Cambiando el método de producción, el envase o el tipo de transporte puede alterar por completo la puntuación final”, destaca la experta de Azti.
Como resultado, se ha conseguido validar la robustez y sensibilidad de un método fiable y efectivo que permite comunicar en una etiqueta de la parte delantera del envase el cálculo del impacto ambiental de un producto alimentario.
A diferencia de otros sectores manufactureros, la producción de alimentos es muy heterogénea en términos de eficiencia, prácticas de producción, tamaño de la empresa o estacionalidad.
Así, un mismo producto final puede tener diferentes rendimientos ambientales en función del origen o de los procesos de producción, entre otros. Por ejemplo, los productos con mejoras en las prácticas agrícolas, las estrategias de ahorro de energía y agua, la reducción de los residuos alimentarios; o el acortamiento de las distancias de distribución podrían reducir significativamente la degradación ambiental.
Por lo tanto, un cambio importante en la forma en que se producen y consumen los alimentos en la actualidad es de enorme importancia para reducir la degradación del medio ambiente y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
En este sentido, el análisis del ciclo de vida que permiten sistemas como EnviroScore se presenta como una metodología sólida para evaluar el impacto ambiental global de un determinado producto o servicio y para identificar la posible reducción ambiental debida a la aplicación de diferentes estrategias de mejora ambiental en la gestión de la cadena de suministro.
