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Eva Ivars. Directora General para España y CMO Global. Alain Afflelou, participará en la próxima edición de Retail Forum 2019, uno de los mayores eventos del sector retail que se celebra en España.
Actualmente el peso de las directivas-ejecutivas en las corporaciones españolas es bajo, depende de cual sea la fuente que se cite, pero podemos decir que solo 1 de cada 4 puestos directivos está ocupado por una mujer. Todavía está pendiente un cambio cultural profundo, nos encontramos con empresas de cultura empresarial predominantemente masculinas, y una sociedad en la que la mujer se responsabiliza de la familia casi en exclusividad.
Es evidente que no se está logrando la incorporación masiva de la mujer a puestos de responsabilidad, y podría explayarme en múltiples y diversas razones por lo que esto ocurre. Sin embargo, creo firmemente que si los responsables de la empresa (sean hombres o mujeres) abogaran por una paridad en los comités de dirección con políticas realmente inclusivas y lideraran en este sentido el cambio hacia la diversidad se produciría de manera exponencial. Es un concepto que está de moda, políticamente correcto, pero en realidad no se toman las medidas necesarias.
Sinceramente creo que estamos bastante estancados, hay mucho ruido, pero los datos están ahí. Solo por dar algún dato, me remito al estudio “Women in Business” de Grant Thornton, y España se sitúa en el puesto 23 de 35 en total. Eso no es lo peor, sino que la cifra de puestos de alta dirección ocupados por mujeres en España ha quedado congelada (y ya van dos años consecutivos) en el 27%. Romper el techo de cristal es una responsabilidad de todos, y como mencionaba antes hay un tema social y cultural importante.
Yo diría que las tienen que ver por un lado con el cuidado de los hijos y las presiones familiares con las que las mujeres se cargan, obviamente reforzado por las escasas medidas existentes para la conciliación. Pero también hay otra razón importante, la parcialidad inconsciente, y es que el estilo de dirección ha venido siendo tradicionalmente “exclusivo”, es decir el perfil de los miembros de los comités de dirección era idéntico y se promovían la autoprotección frente a la diversidad de los multi-valores en definitiva, ¡la diferencia importa! (pero en estos casos penaliza).
Podemos hablar de retos, pero antes hay que hablar de riesgos, la desigualdad de género no es sólo un riesgo para las mujeres sino para la humanidad porque se frena el hecho de que la mitad de la población aporte su talento y potencial, pura estadística. La diversidad en su sentido amplio enriquece y el equilibrio es necesario para mejorar. Curiosamente pensamos que los retos son de empresa, pero los problemas son siempre los mismos y son sobre todo sociales… conciliación, cultura empresarial todavía masculinizada, sistemas promoción objetiva, menor visibilidad…
Es importante cómo se visualiza quien debe responsabilizarse del cuidado de los hijos en una pareja, quien debe trabajar en moda como profesión, o cual es la mejor carrera que estudiar según si es niño o niña (preguntémonos porqué hay menor presencia significativa de mujeres en las ramas de ciencias…). La total igualdad de género no es una suma cero, sino una auténtica creación de sinergias, un ganar-ganar y tanto hombres como mujeres debemos ser capaces de visualizar las ventajas de ocupar “roles” que no son los tradicionalmente establecidos.
¿Cómo se imagina que serán los órganos de decisión en la próxima generación, avanzaremos en este campo?
Soy optimista por naturaleza (y además tengo dos hijas) así que pienso que vamos a seguir avanzando, lo que no se decir es la velocidad de ese cambio. Parece que no, pero el rol de los gobiernos es casi más importante que el número de mujeres directivas que impulsan el cambio. Las instituciones tienen que asumir compromisos políticos, tienen la capacidad de cambiar ciertas normas, comprometerse en la reflexión y promover ciertos valores dentro de la sociedad. Este debería ser un compromiso estructural independientemente del partido político que gobierne. Pero no puedo dejar de lado el hecho de que si queremos mejorar el mundo necesitamos cada vez más mujeres líderes y apostar por ellas. A estas alturas, no podemos permitirnos una democracia, una sociedad una empresa que excluya a la mitad de la población de posiciones de liderazgo.