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El Q-Commerce es la siguiente disrupción en el comercio electrónico y el delivery. Sergio Osona, director general Ibera de Deliverect, nos da las claves de este nuevo modelo de negocio.
La pandemia ha acrecentado un fenómeno que no es nuevo, pero que se ha consolidado en todos los frentes: el delivery. El hecho de poder recibir en casa, o en cualquier otro lugar, tanto la comida de nuestro restaurante favorito como la compra ha creado un nuevo modelo de comercio electrónico que difiere del tradicional. Ya no se trata de recibir el pedido de un día para otro, como ha popularizado Amazon, sino que se busca una entrega cuyo tiempo se cuenta en minutos. Un reto logístico mayúsculo que ya tiene nombre: Quick Commerce (Q-Commerce).
El Q-Commerce es la siguiente disrupción en el comercio electrónico y el delivery. De hecho, ya hay estudios que afirman que va a alcanzar los 200.000 millones de dólares de facturación a nivel mundial antes de 2025, favorecido por la tendencia de consumir ocio en casa. El hogar se ha convertido en el centro de nuestras vidas y el delivery ha evolucionado para convertirse en una herramienta clave para esta nueva realidad.
La alimentación es uno de los sectores que más está experimentando esa evolución de los hábitos del cliente y quizás el que tiene mayor facilidad para adaptarse, tanto por su naturaleza como por el bagaje acumulado durante las casi tres décadas que llevamos recibiendo pizzas a domicilio. Pero ahora hay otros sectores que también se prestan al delivery: medicamentos, productos de electrónica, regalos e incluso moda conviven en un modelo que compite directamente con el comercio electrónico tradicional. Incluso los restaurantes de mayor prestigio y las tiendas gourmet ya ofrecen sus productos en estas plataformas.
El reto para los grandes ecommerce, y para las compañías de delivery pasa por la inmediatez a la hora de efectuar sus pedidos. Aquí, es la llamada ‘última milla’ la que marca la diferencia, lo que exige incrementar considerablemente el número de repartidores disponibles, pero también posicionar oficinas o locales repartidos por toda la ciudad con capacidad para aglutinar determinados productos. Es una ventaja frente al modelo de eCommerce tradicional, y una nueva vía de negocio para empresas de todo tipo, que pueden expandir su influencia y capacidad operativa más allá de su ubicación, hasta llegar a prácticamente cualquier rincón de la ciudad.
Sin embargo, para esos mismos negocios la gestión de la última milla supone un reto, ya que deben disponer de la capacidad y organización adecuadas para servir sus productos prácticamente durante las 24 horas del día, todos los días de la semana, si quieren tener a los clientes satisfechos y no perder la oportunidad de servir pedidos. Están en permanente servicio, como si fueran taxis de los pedidos, preparados para efectuar una entrega en cualquier momento. Y es ahí donde servicios como el de Deliverect, que coordinan todas las comunicaciones entre el cliente, el repartidor y el proveedor, aportan un valor diferencial con respecto a su competencia.
En Deliverect, empresa referente en la optimización de los pedidos online en el ámbito de la hostelería, percibimos una evolución muy clara hacia el Q-Commerce, ya que la velocidad de entrega se ha convertido en un factor diferenciador para muchos negocios y uno de los valores que más tiene en cuenta un cliente a la hora de elegir un restaurante u otro. La plataforma permite gestionar de manera eficiente la comunicación entre los distintos actores involucrados en el delivery para ofrecer un servicio en tiempo real que responda a las necesidades de un fenómeno que podría terminar desplazando al comercio electrónico tradicional y a su modelo de entregas en el día. Sus bazas están claras: un reparto inmediato, una ubicación adecuada, una oferta de productos variada y fácil de gestionar, además de unos clientes ya formados en el Q-Commerce desde mucho antes de la pandemia. Porque el cliente siempre tiene la razón y, ahora, además tiene tanta oferta a su inmediata disposición, que las empresas deben preocuparse más que nunca de cómo contentarlo.