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La miel La Vieja del Monte ha sido cosechada por el apicultor Javier Miguel Fernández en Caminayo, pequeña villa de la Montaña Oriental leonesa. Las otras dos ganadoras son igualmente mieles de brezo, las grandes favoritas de este certamen; la segunda de Palencia y la tercera clasificada también de León.
Mieladictos ha tenido como protagonista a la miel de brezo: las tres ganadoras provienen de la floración de este arbusto. Asimismo, León vuelve a ser la provincia que más mieles ha logrado llevar a la final. Este año, la que ha sido considerada por el jurado como la mejor miel de apicultor de España ha sido La Vieja del Monte, presentada por Javier Miguel Fernández: una miel de brezo y roble cosechada en Caminayo, en el municipio leonés de Valderrueda. La segunda clasificada es una miel de brezo del apicultor palentino Rubén González Martínez, y la tercera en el podio es también leonesa, una miel de brezo cosechada por Esteban García Rodríguez.
El certamen y cata Mieladictos ha cumplido este año su novena edición, con la clara vocación de dar a conocer la labor de los apicultores profesionales españoles e impulsar la miel del pequeño productor.
Estas tres mieles han sido elegidas entre 12 finalistas por un jurado internacional, tras realizar un análisis sensorial a ciegas. Estas doce finalistas habían sido seleccionadas por un grupo de expertos entre las 100 mieles que entraron en el certamen. “Hemos recibido unas mieles de excelente calidad y con mucha variedad: de eucalipto, de romero, de azahar, de castaño, de lavanda... pero las de brezo han sido, definitivamente, las favoritas del jurado este año”, ha señalado Alberto Colina, impulsor de ‘Mieladictos’, iniciativa referente del sector y cuya guía de mieles se equipara a la guía Parker de vinos.
Durante todo el mes de octubre, 30 expertos, principalmente apicultores, habían estado dedicados a probar estas 100 mieles de toda España para decidir qué doce conforman el ‘Olimpo’ de las mejores en 2023. Estos catadores realizaron un análisis de cada una, atendiendo a su color, a su textura, a su aroma, a su sabor... para decidir cuáles son las de mayor calidad. De las 100, doce pasaron a la cata final, celebrada este 4 de noviembre en Burgos, donde un jurado internacional ha elegido la mejor miel de apicultor de España.
El jurado ha estado formado por Ana Pascual, docente, coordinadora y secretaria del Grado de Nutrición Humana y Dietética de la Universidad Isabel I de Burgos; José Luis Máñez, biólogo y apicultor aficionado; Sergio Macho, técnico laboratorio en una empresa privada de alimentación; Natalia Ortega, sumiller; Nuno Miguel Proença, investigador de la universidad Nova de Lisboa, y Katherine Sirois, historiadora de arte y formadora en alimentación cruda.
La iniciativa partió del apicultor Alberto Colina y de un grupo de investigadores de la facultad de Ciencia y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Burgos, que unieron su pasión por la miel y su motivación para impulsar un sector que cuenta con un gran número de personas dedicadas al cuidado de las colmenas y recolecta de miel en nuestro país.
España es el país de la UE con mayor profesionalización de la apicultura y también con una importante cultura apícola que practican miles de aficionados. De hecho, según datos del ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en la última década el número de explotaciones se ha incrementado en España en un 52%, destacando Andalucía, Extremadura, Castilla y León y la Comunidad Valenciana como las regiones donde más número de colmenas hay. De las más de 36.000 explotaciones que existen en el país, el 17% son profesionales; es decir, son explotaciones que cuentan con más de 150 colmenas.
En este certamen pueden participar apicultores profesionalizados de cualquier parte de España; de hecho, la organización suele recibir muestras de todo el territorio. Tal y como señala Alberto Colina “el sector es muy joven, tiene mucho impulso y está muy profesionalizado, especialmente en Castilla y León”.
Asimismo, se pueden presentar todo tipo de mieles: de castaño, de bosque, de montaña, de azahar, de lavanda, de brezo, de romero, mielatos… cada una con sus propias características, que son evaluadas teniendo en cuenta sus propiedades distintivas.
Para ser un catador de miel es esencial conocer el producto, sus propiedades físico-químicas, cómo lo producen las abejas a partir de las floraciones, cómo se produce la cristalización, etc. ya que será a partir de ese conocimiento que se entenderá mejor cómo influyen el origen floral y el proceso en las características de la miel.
Para la realización del análisis se utilizan, como en el mundo del queso o del vino, distintos descriptores olfato-gustativos y una terminología estandarizada para lograr dar el grado de homogeneidad necesario a las descripciones hechas por los diferentes catadores.
Así, por ejemplo, se utiliza la llamada Rueda de la Miel para identificar los muy diversos aromas que podemos encontrar en el producto, entre los que podemos hallar referencias olfativas tan lejanas en principio al dulce néctar como el queso azul, el estiércol o el sudor.
En el examen visual, que es el primero, lo que se evalúa es el color, la cristalización de la miel, los defectos que pueda tener y su limpieza. La miel tiene distintos colores que dependerán de si es de origen floral o proviene de mielatos, de las condiciones climáticas o de su proceso de maduración, por ejemplo.
Posteriormente, se hace la valoración olfativa vía nasal, donde se puede percibir la intensidad del aroma y sus notas directas, para pasar después a la valoración olfato-gustativa, donde además del sabor, también se evalúa el aroma por vía olfativa indirecta o retronasal, el retrogusto y la ausencia de defectos.
“Una miel de calidad será limpia, no tendrá ninguna partícula ni resto de la colmena, tendrá el nivel de humedad adecuado y transmitirá mucho más que dulzor, tanto al gusto como al olfato”, indica Colina.
Según los últimos datos oficiales disponibles, la producción de miel en España se situaba en el 2021 en 34.065 Tm, aunque es previsible que la producción disminuyera considerablemente en 2022, según información que reporta el sector, debido en gran medida a los efectos de la sequía y a la presencia de parásitos que afectan a las abejas, que ya cargan con el problema de la merma de su población debido al cambio climático.
Según los datos del ministerio, los españoles consumimos cerca de 880 gramos per cápita al año. Aún con la producción en tendencia decreciente, lo cierto es que el nivel de autoabastecimiento de España se sitúa en torno al 78%, por encima de la media de la Unión Europea (65%), algo que sin duda revela la fuerza de este sector en nuestro país, en el que los pequeños productores luchan por hacerse un hueco, sin que muchas veces sea sencillo. “Tenemos una excelente calidad de miel en nuestro país y unos pequeños apicultores que trabajan duramente por mantenerla” -apunta Alberto Colina- “Es necesario visibilizar toda esa labor y poner en valor este maravilloso producto. Para eso nació este certamen”, añade.