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El reserva Finca La Mina es considerado como el vino más elegante dentro de los clásicos de la variada familia de la bodega Pradorey (Ribera del Duero).
Marcado por la identidad del terruño, Finca La Mina de Bodegas Pradorey tiene un carácter intenso, enérgico, recio… Acaba de salir al mercado una nueva y esperada añada, porque por sus características, no es un vino que se elabore todos los años, solo los excepcionales, los que garantizan un alto potencial y las cualidades para la larga crianza.
Finca La Mina 2017 es un reserva de la Ribera del Duero 100% tempranillo tiene un color rojo cereza muy brillante, con capa alta; en nariz es aromáticamente complejo y elegante, nos recuerda a la fruta roja compotada y a la negra madura, balsámico, especiado y ahumado, rico en aromas terciarios, con buqué. En boca tiene una entrada sedosa e interesantes taninos maduros de largo recorrido. Sensaciones muy agradables de fruta madura, aterciopeladas y balsámicas… Notas que lo convierten en el aliado ideal de la caza menor -tanto de pelo como de pluma- de guisos y también de un chocolate amargo.
Finca La Mina 2017 ha pasado 15 meses en barrica de roble europeo y 24 meses embotellado en el durmiente de la bodega, cifras que cambian todos los años -en Pradorey no hay ‘reglas’ temporales-, como el campo y el número de botellas que producen. De esta añada hay 24.877. Lo que siempre mantienen con este, y con todos, es la fermentación espontánea con levaduras autóctonas -como se hacía tradicionalmente- de la uva seleccionada en depósitos de acero y la fermentación maloláctica, también espontánea, que se realiza en conos de madera francesa.
La historia de Pradorey comenzó hace poco más de 30 de años, cuando Javier Cremades, ingeniero autónomo recién jubilado, decidió comprar la finca de Ventosilla en Aranda de Duero y plantar las 200 primeras hectáreas de un viñedo, haciendo realidad su sueño de ser viticultor. A día de hoy, han cambiado y evolucionado muchas cosas -no podemos olvidar que es una bodega pionera en Ribera del Duero- y hay plantadas 565 hectáreas siendo la mayor extensión de viñedo propio de la Ribera -algunas ya en ecológico-, lo que permite que toda la producción se haga con su uva. De ellas, 150 se dedican a los vinos de finca, con los que vienen a cambiar las reglas de su D.O. y empezamos el año recorriendo una de ellas y descubriendo la joya que allí obtienen.