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Tal y como se preveía, la inflación en noviembre volvió a repuntar hasta el 2,4%, seis décimas más que el mes anterior. Por su parte, la inflación subyacente descendió una décima, hasta el 2,4%.
En la Unión Monetaria, la inflación también ha mostrado una aceleración, en su caso de tres décimas hasta el 2,3%, mientras que en España el IPCA de noviembre aumentó su tasa interanual seis décimas, hasta el 2,4%, por lo que se registró un diferencial positivo de una décima, lo que supone un ligero empeoramiento de la competitividad-precio para España.
Como señalan desde la CEOE, los productos energéticos son el componente que más ha contribuido a este repunte del mes de noviembre, sobre todo por un efecto base respecto a noviembre de 2023, cuando descendieron sus precios.
La reversión de parte de las medidas de reducción de impuestos para moderar la inflación también se ha visto reflejada en este incremento de precios. Así, el incremento de los alimentos sin elaboración habría sido del 0,2% de mantenerse la reducción del IVA, frente al 1,1% que se ha registrado y, de forma similar, pero en menor cuantía (dos décimas), para el caso de los alimentos elaborados.
Los precios de los servicios continúan mostrando avances superiores al resto de la cesta (3,3%). El dinamismo de la demanda en los servicios, junto con el aumento de los costes de producción, incluyendo los salariales, podrían ser factores que dificulten la contención de sus precios en el medio plazo.
Las previsiones apuntan a que la inflación podría repuntar ligeramente en diciembre, cerrando el año en todo caso en niveles alrededor del 2,5%, con lo que la inflación promedio de 2024 se situará en el 2,7% para el conjunto del año. En 2025 se espera que la inflación continúe una senda descendente, aunque esta evolución se verá condicionada por el ritmo de reversión de las medidas antiinflacionarias y los precios de las materias primas en los mercados internacionales.