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Asedas y las Universidades Complutense y Autónoma de Madrid analizan la evolución de la compra online de alimentación: la compra física sube 5 puntos; la mixta –omnicanal- pierde 5; y la electrónica se estabiliza.
¿Cómo compramos en alimentación y bebidas? ¿Se ha hecho el comercio electrónico tan fuerte como en otras áreas de Gran Consumo? La respuesta nos la ha dado esta semana Asedas, Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados, que presentó ayer su VIII Observatorio de Comercio Electrónico en Alimentación en el marco de las XV Jornadas del Sector de la Distribución Comercial de CAEA, Confederación Andaluza de Empresarios de Alimentación y Perfumería, donde se ha analizado la transformación digital del comercio.
Elaborado por los profesores María Puelles, profesora de la Universidad Complutense de Madrid, y Gonzalo Moreno, profesor asociado de la Universidad Autónoma de Madrid, confirma la tendencia ya observada el año pasado de una vuelta a la tienda física como una manera de controlar el gasto, pero también como un respaldo del consumidor al valor de la proximidad. Dentro de los tres grupos de consumidores analizados, la compra offline sube 5 puntos porcentuales (frente a los 7 puntos de 2023); la compra mixta –omnicanal- pierde casi 5 puntos (frente a los 6 puntos del año anterior); y la compra solo online se mantiene estable.
Con la sombra de la pandemia -que dio un impulso al canal online- alejándose, los consumidores regresan al canal físico por precio, cercanía (51% de los encuestados), surtido, calidad y confianza (30% de los encuestados); de hecho, un 21% de los consumidores que ha probado el canal online afirma que ha dejado de hacerlo o lo hará muy pronto. Los fieles al comercio electrónico en alimentación buscan, sobre todo, conveniencia, lo que responde a un tipo de consumidor, caracterizado por un alto poder adquisitivo y un estilo de vida urbano.
En este VIII Observatorio de Asedas y de las Universidades Complutense y Autónoma de Madrid se han estudiado las diferentes estrategias de ahorro que han puesto en marcha los consumidores en un año todavía marcado por la crisis de costes en alimentación. Entre ellas, se observan cambios de hábitos en los productos frescos: el 19% de los encuestados ha sustituido ciertos tipos de carnes por otras de menor valor; el 30% afirma haber dejado de consumir pescados y mariscos; el 30% busca frutas y hortalizas en establecimientos “diferentes del habitual”; y, por último, se observan porcentajes de consumidores que varían entre un 21 y un 31% que optan por un cambio de marca en productos envasados, droguera y perfumería.
En el caso de los productos frescos es significativo el trasvase al canal físico: el 43 y el 49% de los encuestados afirma no comprar ya nunca alimentación fresca o congelada a través del comercio electrónico. Por último, otro dato significativo es la fidelidad del consumidor en la alimentación para mascotas: para el 66% de los encuestados, nada ha cambiado en esta categoría.
La capacidad de elección que tiene el consumidor sigue poniendo a prueba su fidelidad al establecimiento de compra de alimentación. Así, el 27% de los consumidores encuestados ha cambiado de supermercado, mientras que el 60% visita ahora varias tiendas. Los offliners y mixtos lo hacen en la búsqueda de ahorro, cercanía y surtido, -además de calidad y confianza, especialmente en los segundos-; mientras que los onliners buscan sobre todo conveniencia, calidad y confianza. Por lo tanto, se confirma la teoría de “Las 3Cs” como las grandes tendencias a la hora de elegir establecimiento y canal para la compra de alimentación, con la “novedad” del ahorro. En este sentido, el 39,7% de los consumidores encuestados afirma que sí ha conseguido ahorrar en sus compras, mientras que un 41% no lo tiene claro frente al 19% que afirma rotundamente que no.
El análisis del gasto en alimentación también arroja resultados que apuntan a una “conducta de ahorro” por parte del consumidor. Así, la frecuencia de compra aumenta una media del 14,8%*, destacando los offliners, que van 65 veces al año a hacer la compra (algo más de una vez por semana). Por su parte, el gasto por carro desciende una media del 15,9%*, mientras que el gasto total decrece un 22% en el caso de los onliners puros y solo se incrementa un 2% en los offliners.
Además, la renta destinada a la compra de productos de alimentación y gran consumo cae un 13,9%*, pero con grandes diferencias entre la compra física (13%) y la online (41%). En el caso de los onliners se detecta un aumento de las comidas fuera del hogar; mientras que, en el caso de los offliners y mixtos, probablemente, es resultado del efecto de un doble fenómeno: aumento de la renta disponible en algunos casos y competencia de la alimentación con otros gastos del hogar ineludibles como la energía o la hipoteca, en otros.
Por último, los motivos para no adoptar la compra online se mantienen bastante estables y tienen relación, principalmente, con la posibilidad de elegir los productos en persona (especialmente los frescos) y por motivos de conveniencia; también aparecen como razones importantes el coste del envío y una cierta desconfianza en el pago electrónico.
*Medias ponderadas en función del tamaño muestral de cada uno de los perfiles de consumidor.