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En este artículo desvelamos las curiosidades, verdades y mitos del café, una bebida milenaria y presente en nuestro día a día. Lo hacemos de la mano de Delta Cafés.
Podríamos arrancar este artículo con la manida frase "Sabías que...". Y es que entorno al café hay muchas afirmaciones que las tenemos interiorizadas pero quizá sin una base fundamentada. Desde Delta Cafés nos aclaran algunas de las principales curiosidades, verdades y mitos asociados al consumo del café, una bebida universal de la que habitualmente pensamos que ya sabemos todo lo que había que saber.
El Kopi Luwak, el café más caro del mundo, es toda una experiencia. Es el café más costoso, pero también el más peculiar. Procedente de Indonesia, el Kopi Luwak se obtiene moliendo los granos de café extraídos de las heces de un animal, la civeta (luwak en el idioma local), que se alimenta casi exclusivamente de bayas de café. Lo mejor, sin embargo, es que estos animales tienen la habilidad de elegir las bayas en su mejor momento de madurez.
La leyenda de Kaldi: “El pastor que descubrió el café”. La versión más extendida sitúa a Kaldi en el siglo IX, en la zona montañosa de Kaffa (Etiopía) con sus cabras. El pastor observó que el rebaño se comportaba de forma extraña, saltando y brincando, y tenían más energía después de ingerir unas curiosas bayas rojas de un arbusto que no conocía.
Posteriormente al tostado, los granos de distintas variedades y orígenes se mezclan dando lugar a lo que denominamos lote o blend (mezcla). Prácticamente ningún café se consume “puro”, de una sola variedad, origen y plantación, sino que se mezclan para combinar sus propiedades. La formación de los lotes es una operación muy compleja, porque se conjugan las diversas características propias de cada origen. El gran secreto de la calidad del café está en la composición de su blend. Una mezcla de granos de diferentes regiones productoras de café, combinados en la proporción exacta hará que el producto adquiera y potencie las características deseadas por los consumidores.
Si hay una verdad absoluta es la cantidad de beneficios del café que tiene para nuestra salud, algunos de ellos muy poco conocidos:
● ¿Sabías que el consumo de café puede aliviar el deterioro cognitivo en la enfermedad de Alzheimer?
● Estudios epidemiológicos indican que los pacientes asmáticos que toman café tienen menor número de incidencias de crisis, porque la cafeína tienen un efecto broncodilatador
● La ingesta habitual de cafeína tiene un efecto positivo en las personas con síntomas de Parkinson.
● El café aumenta la fuerza de contracción cardiaca, llegando incluso a ser positiva para prevenir enfermerdades cardiovasculares.
● Estudios epidemiológicos recientes, demuestran efectos positivos del café en las patologías intestinales.
● La cafeína estimula la contracción muscular y el ahorro de glucógeno.
● La ingesta habitual de café reduce el riesgo de padecer diabetes tipo 2.
¿Cuántas veces hemos escuchado a alguien decir que no puede funcionar sin un café? Es comprensible: la cafeína es un estimulante que hace que el cerebro libere dopamina. Este neurotransmisor, a su vez, ayuda a mejorar el estado anímico y la concentración, además de reducir la fatiga. Pero a diferencia de otros estimulantes, la cafeína, cuando se consume en dosis moderadas, no produce -en la gran mayoría de las personas- un aumento de la dopamina en cantidad suficiente para activar los circuitos de recompensa del cerebro. No provoca las sensaciones de placer y recompensa necesarias para crear una adicción, ni el llamado aprendizaje asociativo, en el que el cerebro atribuye estas sensaciones de placer y recompensa al consumo de una determinada sustancia, y que está en la base de la dependencia química. En otras palabras, el café puede crear hábito, pero difícilmente puede considerarse adictivo.
Supongamos que estamos hablando de la dosis de cafeína recomendada para los adultos, unos 400 mg/día o tres cafés diarios, ya que la cafeína también está presente en otros productos como el té (teína), el chocolate, los refrescos y las bebidas energéticas. Cuando se toma café, el cuerpo absorbe rápidamente la cafeína. Al entrar en el torrente sanguíneo, bloquea los receptores de la adenosina, una sustancia química producida por el cerebro cuando estamos despiertos y responsable de darnos sueño cuando nuestro cuerpo pide descanso. Es este bloqueo el que permite a los bebedores de café estar más alerta y vigilantes.
El tiempo que tarda la cafeína en abandonar el cuerpo varía de una persona a otra. Algunas personas lo metabolizan más rápidamente, otras lo hacen de forma más paulatina; por eso algunas personas pueden tomar café después de cenar y dormir tranquilamente, y otras sienten que tomar café a media tarde afecta a su sueño nocturno. De media, su efecto puede durar entre 4 y 6 horas. Así que, para asegurarse dormir a pierna suelta solo hay que hacer cuentas.
Es mucho más fácil encontrar a alguien que esté dispuesto a darle a un niño productos azucarados y procesados que a darle café. Es una elección controvertida, como mínimo. Una opción cuanto menos polémica, porque además de los efectos nocivos del azúcar, muchos refrescos y chocolates ya contienen cafeína en su composición.
También existe el viejo mito de que el café afecta al crecimiento de los niños. Pero también es sólo eso, un mito sin ningún apoyo científico. ¿Debería permitirse a los niños beber café como los adultos? No. Pero es posible dárselo. Según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, los niños y adolescentes pueden consumir unos 3 mg de cafeína por kilo de peso. Esto significa que un niño de diez años con un peso medio (alrededor de 30 kilos) es capaz de consumir el equivalente a una taza de café al día. Con o sin leche, pero siempre, preferiblemente, sin azúcar.
Otro MITO muy popular es que el café largo es más flojo que el café corto. Pero no es cierto. Un café corto tiene, por término medio, unos 10 miligramos menos de cafeína que un café largo. Sin embargo, el café corto tiene más cafeína concentrada en relación con el volumen total. Esto sucede porque en el proceso de extracción del café y la concentración de cafeína no es lineal. Cuando el agua empieza a pasar a presión a través del café molido, creando el líquido que cae en la taza, recoge inicialmente la mayor concentración de sabores y cafeína. A medida que pasa más agua, estas características se diluyen cada vez más. Esa es la razón por la que cuando se dibuja la llamada "carioca", todavía con los posos del café anterior, sale muy débil y aguado, porque la extracción anterior ha eliminado progresivamente todo lo que había que eliminar del café molido.
Asociar el color del café a su contenido de cafeína es otro mito común que es fácil de desmentir. En general, se dice que el café más oscuro y tostado es más fuerte. Pero no es cierto. Cuando se tuesta demasiado el café, pierde sus propiedades naturales: sus aceites, sus minerales, sus nutrientes y, por supuesto, su cafeína. Piensa en el café como pan. Si se tuesta demasiado una rebanada de pan, se quema y sabe a cualquier cosa menos a pan. Una rebanada menos tostada -o tostada en su justa medida- es más agradable de comer, sabe más a pan y conserva más sus propiedades originales. Con el café ocurre exactamente lo mismo: un sabor más tostado no significa más vigoroso. Por eso en Delta cuidamos mucho el tueste del café, no nos precipitamos y seguimos una receta adaptada a cada origen.