Hace unos años las películas futuristas mostraban un siglo XXI en el que la alimentación se había sustituido por una pastilla que cubría todas las necesidades nutricionales. Nada más lejos de la realidad, el consumidor actual demanda, y cada día con mayor intensidad,
alimentos saludables y seguros además de naturales, facilidad y rapidez en la elaboración alargando la vida útil del producto y, por supuesto, sin renunciar al placer de alimentarse. Además, en las últimas décadas, se ha producido una gran revolución en todos los campos, incluido el de la alimentación, con un espectacular incremento de los n
iveles de seguridad alimentaria avalada por nuevas herramientas tecnológicas.
Sin embargo, todas estas mejoras no sirven de nada si no tenemos en cuenta los grandes retos a los que nos enfrentamos. Existen nuevos -y antiguos- problemas que influyen directamente en nuestra alimentación y comprometen nuestra seguridad alimentaria: cambio climático, despilfarro de alimentos, sobreexplotación de recursos, contaminantes como los microplásticos, las superbacterias…. la mayoría de ellos vinculados con nuestra forma de consumo.
Seguridad y calidad, unido a sostenibilidad
La situación actual debe abordarse con un nuevo concepto global de la alimentación en el que intervienen múltiples factores que deben tenerse en cuenta a la hora de conseguir un alimento seguro. Por un lado, nos preocupa la seguridad y calidad de los alimentos que consumimos y por otra la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente, pero son las dos caras de una misma moneda.
La alimentación, en el siglo XXI, tiene mucho que decir acerca de cómo preservar los ecosistemas y los recursos naturales. Hay que realizar un trabajo conjunto y multidisciplinar en el que todos los agentes de la cadena alimentaria, desde el productor al consumidor tienen un objetivo común: "Una alimentación saludable en un mundo saludable".
¿Qué busca el consumidor en un alimento seguro?
Nuestro objetivo es conseguir alimentos sanos, seguros, nutritivos…pero para ello debemos pensar en global y abordar otros temas. Nos enfrentamos a graves problemas con gran impacto en la alimentación y en la seguridad de los alimentos que consumimos:
" Cambio climático y destrucción de ecosistemas, sobrexplotación de recursos tan preciados como el agua
" Contaminación de tierras y océanos (fertilizantes, microplásticos…)
" Proliferación de infecciones de origen alimentario y superbacterias resistentes a los antibióticos.
" Despilfarro de alimentos: 1/3 de los alimentos producidos en el mundo se desperdicia con el grave impacto social, económico, humanitario y medioambiental que supone.
Para ello, habrá que trabajar en tres direcciones:
" Desarrollo de Sistemas de producción sostenibles y protectores del medio ambiente.
" Planificación de una Dieta Saludable acompañada de unas Buenas Prácticas de Fabricación y Manipulación.
" Consumo responsable (local, de temporada…) y reducción del despilfarro alimentario.
¿Y ahora con el Covid-19?
Existen factores que incrementan las situaciones de propagación de enfermedades de animales a humanos
En la situación actual de pandemia por el SARS-Cov-2 y partiendo de que, hasta el momento, no hay ningún indicio que apunte a que este nuevo coronavirus sea de transmisión alimentaria, podemos reflexionar acerca de los factores que aumentan el riesgo de propagación de enfermedades de animales a humanos.
La deforestación, a menudo relacionada con sistemas de explotación agrícola, la agricultura y ganadería intensivas, la pérdida de biodiversidad, los mercados ilegales de especies silvestres y el cambio climático son factores con los que tendremos que trabajar para evitar pandemias futuras.
Todos ellos están relacionados con el concepto de "One Health" (Una Salud), una idea que ahora más que nunca toma relevancia y que defiende que la salud humana y la sanidad animal son interdependientes y a su vez están estrechamente vinculadas a los ecosistemas en los que conviven. No podemos pretender proteger nuestra salud si no preservamos también la salud de los animales y del planeta en el que todos vivimos.
Maite Pelayo, microbióloga especialista en Seguridad Alimentaria y portavoz técnico del Instituto Silestone explica: "Es, sin duda, una tarea global, transversal y personal como consumidores. La manera de relacionarnos con los alimentos y nuestra actitud frente a ellos debe cambiar drásticamente si queremos conseguir unos niveles satisfactorios de seguridad en el futuro. La era del "egocentrismo alimentario" ha terminado: no pensemos más qué puede hacer la alimentación por mí sino qué puedo hacer yo por la alimentación".