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Un estudio de la organización de consumidores OCU concluye que, a pesar del vacío legal, mejoran las temperaturas de conservación de refrigerados y congelados en los supermercados.
La organización de consumidores OCU ha publicado las conclusiones de un estudio sobre la temperatura de productos refrigerados y congelados en los supermercados. Concluye que la gran mayoría de los establecimientos cumple, a pesar de que la normativa sobre temperaturas en los establecimientos se ha derogado. Para ello, la OCU ha analizado la temperatura en 63 establecimientos pertenecientes a distintas cadenas de supermercados, situados en 6 ciudades (Barcelona, Gijón, Madrid, Palma de Mallorca, Sevilla y Valencia). Los resultados del estudio se publican en el número de la revista OCU-Compra Maestra correspondiente al mes de septiembre.
La OCU ha comprobado termómetro en mano que en el 7% de los establecimientos los productos refrigerados se encontraban por encima de los 8 grados, que era la temperatura máxima permitida por la normativa actualmente derogada. En el caso de los productos congelados, la situación es algo mejor, el 3% de los congelados no llegaba a los -12 grados, aunque un 44% de las verduras y un 56% de los pescados se encontraban por debajo de los -18.
La organización de consumidores recuerda a éstos que una deficiente temperatura en el punto de venta, pone en peligro la cadena de frío. En el caso de los productos refrigerados temperaturas por encima de 7 grados pueden acortar la caducidad de los productos. En el caso de los congelados si se rompe la cadena de frío afecta a la calidad del producto que pierde textura.
Normas de control de temperatura en supermercados
Los datos de este estudio son mejores de los obtenidos en 2011. De las siete cadenas visitadas, 5 mejoran los resultados de hace cuatro años, Hipercor, Alcampo, Carrefour, Día y El Corte Inglés. Solo Mercadona y Eroski empeoran levemente su valoración.
OCU denuncia que a pesar de los buenos resultados, la mayoría de las normas que regulaban la temperatura de venta al público se han derogado. En su lugar se obliga a los distribuidores a seguir las instrucciones que da el fabricante. Pero estas no son homogéneas y difieren de unos productos a otros. En muchas ocasiones no responden a criterios técnicos sino a cuestiones de marketing.