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Antonio Nieto, Gerente de Pesca España, aborda los problemas actuales del sector del mar como las nuevas cuotas de pesca para 2025.
La pesca ha sido, desde tiempos inmemoriales, una de las actividades económicas más importantes para el sustento de las comunidades y el desarrollo de las economías. Hoy, en pleno siglo XXI, su importancia no ha disminuido; por el contrario, se ha diversificado y ampliado su impacto, especialmente en la industria de la alimentación. Este sector, que abarca desde la producción de alimentos hasta la comercialización y el consumo en diversos puntos de venta, necesita un sector pesquero fuerte, sostenible y eficiente.
La pesca no solo provee alimentos ricos en nutrientes esenciales, como proteínas de alta calidad, omega-3 y minerales vitales, sino que también representa un recurso clave para el desarrollo de productos innovadores en el mercado de la alimentación. Los consumidores actuales buscan cada vez más productos saludables y sostenibles. En este contexto, la calidad del pescado es un factor decisivo para satisfacer esta demanda. Un sector pesquero robusto garantiza la disponibilidad de productos marinos de alta calidad, lo cual repercute directamente en la elaboración de alimentos congelados, conservas, platos preparados y también en la oferta culinaria de restaurantes y cadenas de comida rápida.
En concreto, la pesca de arrastre juega un papel esencial en la provisión de una gran variedad de especies de alta demanda, como merluza, rape, gallo, langostinos y otros productos del mar que enriquecen las opciones de los consumidores. Este tipo de pesca, que consiste en remolcar una o varias redes con forma de cono entre uno o dos barcos, permite capturas significativas que abastecen tanto al mercado nacional como internacional. No obstante, cuenta con una regulación estricta que, junto con el trabajo de los pescadores, minimiza su impacto ambiental y garantiza la sostenibilidad de los ecosistemas marinos. En este sentido, la campaña "La Pesca que sabe", promovida por organizaciones pesqueras como la OPPC-3, la OPPF-4 y la AOP-2, busca sensibilizar a los consumidores sobre la importancia de elegir productos provenientes de pesquerías en buen estado, pescadas de forma responsable y sostenible. A través de esta iniciativa, se fomenta la transparencia en la cadena de valor y se refuerza el compromiso con la pesca sostenible, promoviendo tanto el desarrollo económico como la conservación de los recursos.
Sin embargo, la calidad del pescado en los puntos de venta no es un hecho fortuito; depende de una cadena de valor bien estructurada y de la fortaleza del sector pesquero en su conjunto. Desde la captura hasta la distribución, cada etapa del proceso requiere inversiones en tecnología, logística y buenas prácticas de manejo que aseguren que el producto llega en las mejores condiciones posibles a los consumidores, empresas transformadoras o de distribución. La pesca artesanal y la industrial deben complementarse, garantizando no solo cantidad sino también calidad. Aquí es donde entra en juego la necesidad de políticas públicas que respalden esta actividad, incentivando la sostenibilidad, la modernización de flotas y el cumplimiento de normas sanitarias internacionales.
Según el informe "El estado mundial de la pesca y la acuicultura 2024" de la FAO, la producción mundial alcanzó un récord de 223,2 millones de toneladas en 2022. Este crecimiento destaca la relevancia de la pesca como pilar fundamental para garantizar la seguridad alimentaria y la economía global. Además, la OCDE-FAO, en su informe "Perspectivas Agrícolas 2024-2033", proyecta que la demanda de productos pesqueros seguirá aumentando, impulsada por las tendencias hacia dietas más saludables y sostenibles (OCDE, 2024).
La sostenibilidad también es un eje central. La sobreexplotación de los recursos marinos pone en riesgo no solo la biodiversidad, sino también el futuro de la industria alimentaria que depende de ellos. Un sector pesquero fuerte no significa solo maximizar las capturas, sino también implementar sistemas de pesca responsables que aseguren la renovación de las especies y el equilibrio ecológico. En este sentido, la responsabilidad y el trabajo eficiente de la industria pesquera es fundamental para poner en práctica normativas que regulen la pesca sostenible y fortalezcan las cadenas de valor.
Finalmente, la logística juega un papel fundamental para que el pescado llegue al consumidor con la mayor calidad. Sin una infraestructura adecuada, incluyendo cadenas de frío y sistemas de distribución eficientes, la calidad del producto puede deteriorarse antes de alcanzar los puntos de venta. Inversiones en tecnología, transporte y almacenamiento son imprescindibles para que el producto conserve su valor y para que los consumidores puedan acceder a pescado de alta calidad, ya sea en supermercados, restaurantes o comercios locales.
A pesar de todo esto, es importante destacar que, pescados como la merluza, el rape o el besugo y mariscos como las cigalas, hacen las delicias de las fiestas navideñas no podrían estar en nuestras mesas si no fuera porque en torno a 6.000 pescadores de arrastre —según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de 2022— salen al mar para ofrecernos un producto único pescado de forma responsable asegurando una gran calidad.
En conclusión, la relevancia de la pesca para la industria de la alimentación y bebidas trasciende la provisión de la materia prima; constituye un pilar esencial para la innovación, la sostenibilidad y el acceso a un alimento esencial. Un sector pesquero fuerte y bien gestionado es clave para que el pescado llegue al punto de venta, contribuyendo al desarrollo económico, la seguridad alimentaria y la preservación de los recursos marinos para las generaciones futuras. Es responsabilidad compartida de gobiernos, empresas y consumidores garantizar que este sector reciba el apoyo necesario para seguir cumpliendo con su rol fundamental.
