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Desde la pandemia, el ecommerce ha vivido una era de expansión. Tras su consolidación, ahora nos encontramos en una nueva fase la de la rentabilidad de las tiendas online.
Parece que ha pasado mucho tiempo, pero hace tan solo cuatro años estábamos viviendo las restricciones de la emergencia sanitaria. El no poder salir de casa hizo que el ecommerce disparara sus niveles de venta. Atendiendo a las necesidades de los consumidores, los retailers tuvieron que acelerar sus procesos de digitalización comercial para mantenerse a flote. Y, no solo eso, en un contexto en el que parecía que todo iba a cambiar radicalmente, surgieron pure players online que realizaron grandes inversiones en el mercado del comercio digital.
Pero, solo fue una fase. Las restricciones se levantaron y los consumidores volvieron, aunque de forma paulatina, a la tienda física. Entonces comenzamos a hablar sobre la omnicanalidad y la importancia de conectar lo físico y lo digital para que el cliente pudiera tener una experiencia de compra a la carta.
Todo esto ha pasado en menos de cuatro años. Y, ahora, nos encontramos en una nueva fase: la de la rentabilidad. Vimos cómo la facturación llegó a España hasta los 72.000 millones de 2018 a 2022, según la CNMC. Pero, el 37% de los minoristas dicen que no llegan a sus objetivos de rentabilidad. Y el motivo responde a factores muy concretos: las inversiones disparadas en fases anteriores, la dificultad en la logística y la suma de la subida de la inflación, de los tipos de intereses y la deuda acumulada que, ahora en la actualidad, comienza a pasar factura. ¿Cómo pueden los ecommerce alcanzar rentabilidad en este momento?
Analistas de Gartner Research aseguran que las aplicaciones monolíticas heredadas y la deuda técnica que imponen, impiden que las organizaciones avancen con rapidez y logren los resultados comerciales que desean. Es decir, un stack tecnológico complejo y poco adaptable se traduce en un mantenimiento costoso, problemas de confiabilidad y más gastos. Sin embargo, apostando por una plataforma modular, los retailers pueden separar su frontend (lo que ve el cliente) de su backend (parte de desarrollo interno) permitiendo que cada capa evolucione de forma independiente.
Una de las libertades que nos brinda una plataforma modular es la oportunidad de incorporar un sistema de APIs. Es decir, poder añadir todas las aplicaciones de terceros que consideremos necesarias. Ahora bien, es crucial que las marcas realicen un análisis y evalúen qué es aquello que necesitan solo en este momento, ya que podrían encontrarse con una arquitectura de aplicaciones complejas que pueden aumentar costes. El equilibrio es clave.
Para encontrar ese equilibrio del que hablamos, en VTEX hemos estado trabajando en un nuevo enfoque, el pragmatic composability. Queremos que los retailers puedan probar todas las funcionalidades que deseen y que luego puedan quedarse con aquellas que realmente les aporten una ventaja competitiva sin poner en riesgo su tiempo de operación, seguridad o inversiones. Con este enfoque, aprovechamos los servicios nativos de la plataforma para cubrir las necesidades básicas, al mismo tiempo que creamos de forma selectiva aplicaciones personalizadas que aporten una ventaja comercial. Traducido, es la capacidad de probar las funcionalidades deseadas y de dar marcha atrás si los resultados no son los esperados.
En la era de la rentabilidad es crucial invertir en recursos que realmente puedan aportar un valor competitivo. En España, marcas como DRIM aprovechan la plataforma modular de VTEX para ser menos agresivos en sus campañas de captación de tráfico, priorizando la rentabilidad. En su lanzamiento, DRIM experimentó un incremento del 55% en la tasa de conversión, un 80% en el ROI de las campañas de marketing y un 10% de incremento de ventas.
Allan Chung - Head of Sales VTEX en España