2 de octubre, 2023
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Buscar métodos que ayuden a los equipos para mejorar sus resultados es un objetivo clave de cualquier sector. Javier de Miguel fue nadador internacional en 100 y 200 espalda y jugador de waterpolo. Hoy, licenciado en Psicología y Premio Isabel Blanco al trabajo, aplica los preceptos de los equipos de alto rendimiento a las empresas.

En gestión empresarial, conocer nuestras fortalezas y debilidades utilizando el talento del equipo que hemos logrado formar nos ayudará a que la plantilla se sienta parte determinante del negocio. La razón es sencilla, facilitarán la toma de decisiones de cualquier responsable y este se asociará de forma natural con el equipo, creando una sinergia de alto rendimiento.

Pongamos un ejemplo práctico. Una cadena de tiendas de alimentación tiene unos resultados que son los esperados. Pero son conocedores de que esos resultados están muy influidos por las campañas de marketing, la localización de los establecimientos, las decisiones de compra y establecimientos de precios, ofertas, cuestiones de mejora logística…

¿Pueden hacer algo cuando están en sus tiendas? El grupo toma decisiones estratégicas para mejorar los números del negocio, ¿y los equipos?, ¿asumen esas decisiones y las “colocan” en sus establecimientos a la espera de resultados o hay algo más que puedan hacer?, ¿el equipo está solo para llevar a cabo la implantación y seguimiento de esas decisiones o puede ir más allá?

Consejos para optimizar el rendimiento de nuestros empleados:

  • Lluvia de ideas: Presentemos al equipo la decisión tomada y dejémosles que aporten ideas sobre ella: la mejor manera de implantarla; el momento ideal para hacerlo; los profesionales más preparados para realizarla; las dudas que tienen sobre su eficacia y las posibles soluciones a esas dudas; los riesgos posibles de su implantación; si tienen los conocimientos, habilidades y hábitos de trabajo adecuados para llevarlas a cabo (en mi experiencia esta última es determinante para formar equipos)… Ya  sabemos que muchas de esas decisiones son “ordenes” y no pueden modificarse, pero independientemente, haciendo este ejercicio con nuestro equipo estaremos conectando con ellos y creando un propósito; terminemos o no convencidos del todo, trabajaremos juntos y orientados hacia un objetivo compartido. En deporte profesional no se empieza nada si no hay un propósito de equipo.
  • Entrenar nuestras capacidad de respuesta: Revisemos si estamos preparados, en deporte profesional no se actúa si no se ha entrenado antes. Revisemos con nuestro equipo si tienen los conocimientos técnicos adecuados, las habilidades de equipo y los hábitos de trabajo idóneos para afrontar el propósito al que habéis llegado. No vayamos del “estar de acuerdo” a la acción de poner en marcha el propósito. Decidamos en equipo si es necesario algún tipo de formación (el entrenamiento deportivo de la empresa) o cambiar hábitos de trabajo que puedan dificultar el trabajo que hay que realizar para cumplir con el propósito de equipo: quizás tengamos que cambiar la forma habitual de operar en el almacén para conseguir el propósito de equipo.
  • Aprendamos a trabajar en equipo: Independientemente del organigrama de tienda, definamos en equipo el rol, las tareas y el flujo de trabajo que hay que seguir para llevar a cabo el propósito acordado en equipo. Y muy importante, el dato numérico que nos va a ir diciendo si todo lo que hemos definido está funcionando. En deporte, todas las “jugadas” que se realizan en la competición están medidas. Por ejemplo, si decide que dos del equipo tendrán el rol de llevar la mercancía desde el almacén, otros dos de montar el lineal de los productos en oferta siguiendo los criterios que hemos acordados que son más adecuados y otro que será el responsable de medir si funciona todo o no, este último, tendría que tener un dato que le indique si está funcionando o no el flujo de trabajo y el resultado. Así ocurre en deporte de competición: los compañeros de almacén se la pasan a los compañeros de lineal, y estos, centran al compañero de caja que remata la jugada.

 

Pues esta forma, que te puede resultar “simplista”, de aplicar un método deportivo al rendimiento de los equipos empresariales, no la ponemos en práctica en los negocios. Tenemos miles de procesos de trabajo y procedimientos que seguir que ocultan que detrás de todos ellos, hay un funcionamiento más sencillo, que compromete a los equipos y que te permite ver de forma clara resultados y mejorarlos tomando decisiones. Por cierto, esta jugada mejoró la conversión de la tienda en cuestión un 30%, casi nada para unos grandes almacenes donde todo, está estandarizado.

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