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Liz Wilks, Directora Europea de Sostenibilidad de Asia Pulp & Paper desgrana las calves sobre el desarrollo de este tipode packaging.
El papel y cartón en contacto con alimentos es ya uno de los segmentos más grandes, versátiles y con una mayor prospección de futuro del sector del packaging. Este material incluye distintos tipos de envases, desde simples envoltorios hasta cajas y embalajes. La agencia de investigación Smithers Pira estima que el sector experimentará un periodo de crecimiento sostenido de hasta el 6% anual de aquí a 2017.
Los consumidores los prefieren
Como materiales, ambos productos son soluciones muy habituales para el contacto con alimentos pero, como comentaré más adelante, las últimas innovaciones en tecnologías de barrera los convertirán en materiales de referencia para la mayoría de las aplicaciones en el terreno del packaging. El atractivo del papel y el cartón es evidente: ligero, renovable, obtenido de forma responsable y tanto reciclable como degradable.
También es flexible y las gamas de papel disponibles hoy en el mercado son asombrosas, desde simples envoltorios hasta cartones capaces de preservar su contenido durante años. Esto significa que cuando el usuario final está valorando distintas opciones desde el punto de vista de la eficiencia del packaging, el papel y el cartón suelen salir bien parados al compararse con otros materiales alternativos.
El reto es, por supuesto, que en contacto con alimentos el papel y el cartón sólo funcionan de forma segura y eficiente si hay algún tipo de revestimiento que haga de barrera. Tradicionalmente se ha utilizado una capa de cera de parafina para obtener resistencia a la grasa, o una capa de polietileno o aluminio para evitar filtraciones de oxígeno o líquidos -como puede ser el caso de un brick de zumo o una taza de café-. Las capas diseñadas para entrar en contacto con alimentos derivadas del plástico son también esenciales para el termo sellado, un requisito vital de la mayoría de los formatos y diseños de packaging.
Estas películas protectoras tradicionales funcionan excepcionalmente bien y continuarán haciéndolo en el futuro, pues a pesar de que el uso del recubrimiento protector implica emplear materiales no renovables, las cantidades empleadas son minúsculas y, gracias a los últimos avances tecnológicos, su uso se reduce aún más.
El reciclaje de estos envases
Sin embargo, el principal problema a la hora de emplear películas protectoras no es el uso de materiales no renovables en sí, sino el impacto que pueden tener en el fin de su vida útil. Las películas protectoras y los papeles suelen requerir tecnologías de reciclaje especializadas para realizar la separación de materiales. En aquellos países donde existe la infraestructura necesaria para facilitar el reciclaje, como es el caso de Europa, el problema es menor, pero es un gran problema en mercados emergentes, donde la demanda será más fuerte en los próximos años.
Incluso en mercados como Europa siempre existe la posibilidad de que el packaging se quede fuera de la cadena de reciclaje por cualquier razón y, en este escenario, su capacidad para biodegradarse en el vertedero o como compost puede verse limitada por la existencia de una película protectora tradicional.
Según Eurostat, los residuos domésticos de envases de plástico en Europa ascienden a más de 15 millones de toneladas, de las cuales el 40% acaba en el vertedero y no recuperadas o recicladas. Si miramos a España, los datos de Ecoembes apuntan a que en 2013 se reciclaron 1.195.000 toneladas de envases domésticos.
Tecnologías biodegradables
Por esta razón, en los últimos años ha habido un gran interés en desarrollar nuevas tecnologías de barrera que sean renovables, fácilmente reciclables, biodegradables o que posean todas estas características. El consorcio europeo Adcellpack está desarrollando un innovador material de envase termoplástico basado en fibra de madera para su uso, principalmente, en bandejas utilizadas para la venta de queso en lonchas.
Por otro lado, los bioplásticos han avanzado hasta el punto de que pueden competir con los plásticos tradicionales en términos funcionales -basta con ver la PlantBottle de Coca-Cola, como ejemplo-. La tecnología de barrera se enfrenta no obstante a varios retos. En primer lugar, la confusión que genera su terminología crea reticencias entre las marcas, que la someten a preguntas como ¿estamos hablando de materiales renovables, biodegradables o qué?
Funcionalidad y tecnología
En segundo lugar, los bioplásticos pueden confundir a los consumidores ¿se deberían separar? ¿Pueden reciclarse? ¿Pueden usarse para compostaje? Por último, está el tema del ciclo de vida, en particular con los bioplásticos de primera generación ¿las materias primas utilizadas para su producción están desplazando a los alimentos destinados al consumo humano? ¿Cuál es el impacto en el clima?
Creo que en el futuro veremos un continuo desarrollo de los bioplásticos como película de recubrimiento. El asunto ahora no es la tecnología o la funcionalidad, sino los costes comparativos y las cantidades de materia prima orgánica empleada. También veremos un incremento en el uso de películas de base acuosa, especialmente para productos que requieren solamente una cobertura antigrasa. Lo que esta tecnología significa a nivel estratégico es que el papel y el cartón serán todavía más competitivos. Hoy en día estos materiales compiten con materiales alternativos en términos de eficiencia y ciclo de vida del packaging, pero con la tecnología protectora del mañana, creo que serán la opción de referencia para prácticamente todas las soluciones de envasado.